El Rancho en Facebook

El Rancho en Facebook
Sigue las últimas temporadas del Rancho a través de Facebook. Sólo tienes que tener una cuenta en Facebook y buscar el Rancho

Libro y Dvd del Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror

Libro y Dvd del Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror
Selecciona la imagen para bajar el Libro y Dvd del Rancho

martes, 14 de septiembre de 2010

Visión antropológica y social del Rancho (Oscar Vizcaíno Déniz)

  La Tradición de los Cantadores o Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror es un rico y complejo sistema de religiosidad popular, un sistema de creencias cristiano primitivo que rinde culto a las Ánimas. Los Ranchos desarrollan un tratamiento de la espiritualidad, un ritual y una liturgia accesibles al pueblo llano, a partir de un naturalismo panteísta pagano basado en el culto a las ánimas, que se legitima bajo las formas canónicas de la religión católica oficial y, al no lucrarse, obtiene y conserva durante siglos licencia para desarrollar con plena libertad sus actividades.

  El modelo de culto a las Ánimas del Rancho tiene un importantísimo papel en la estructura social y de parentesco de Arbejales, Teror y las comunidades que siguen la tradición, cimentando ideológicamente un sólido sistema de relaciones sociales de enorme trascendencia cultural y socioeconómica. Tiene su origen, y a la vez refuerza, un sistema de parentesco endogámico y patricarcal que, a su vez, sustenta y legitima un modelo de producción agraria minifundista de subsistencia que, en último término, aspira a mantener estructuras de poder y control social.

  A través del Rancho de Ánimas de lleva a cabo una reconstrucción antropológica del tratamiento de la muerte en Teror, observándose que el Rancho responde a la necesidad emocional y religiosa de establecer vínculos, estabilidad, inmediatez, continuidad y comunicación entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos.

  En Arbejales y muchas zonas de medianías se denomina al Rancho de Ánimas también como ‘Los Cantadores’. Etimológicamente la palabra ‘Rancho’ proviene de ‘hring’, del antiguo alto alemán que significa ‘círculo’ o ‘asamblea’ remitiéndonos al ‘cenáculo’ o ‘espacio ritual’ en que se reunían las sectas y religiones antiguas. De allí a través del provenzal, aparece en el castellano antiguo, transformándose en ‘rancho’, con la acepción de ‘reunión’, ‘comida común’. Analizamos la presencia de las Ánimas en la toponimia, cultura y tradiciones populares de Canarias; la referencia más cercana, el Barranquillo de las Ánimas en Valleseco, que hasta mediados del siglo XIX formaba parte de Teror.

  Los orígenes de los Ranchos de Ánimas de Canarias nos remontan desde sus antiguas reminiscencias mitológicas en la Guerra de los Macabeos, a su posible relación con otras tradiciones de culto a las ánimas en hermandades o cofradías de animeros de diversas zonas de España y Portugal y en cultos similares del área mediterránea. Se verifica la fuerte tradición de culto a las Ánimas en Teror y Valleseco ya desde finales del siglo XVI y comienzos del XVII, lo que podría ser suficiente para justificar la existencia del Rancho de Ánimas ya desde sea época.

  La finalidad del Rancho consiste principalmente en cantar a las Benditas Ánimas del Purgatorio (aunque también a familiares vivos, novios, cosechas, animales, etc.) a cambio de limosna para sufragar misas para las Ánimas.

  La Tradición del Rancho de Ánimas representa una original vía para afrontar los problemas de la muerte y de la trascendencia humanas, lo que se consigue a través de la repetición práctica del contenido mítico, de su estructura simbólica, de su ritual y de su liturgia. Los Cantadores tratan de adentrarse en el oscuro y misterioso viaje que recorre el difunto, ayudan a las Ánimas en ese incierto viaje, las acompañan simbólicamente con sus cánticos ayudándolas, socorriéndolas desde una profunda vocación soteriológica.

  Las actividades de los Cantadores, a partir de la función de la limosna, nos permiten reconstruir y explicar el modelo de interacción social y simbólica de la Tradición del Rancho de Ánimas, su implantación en la comunidad. El dinero de la limosna actúa en dos niveles: de manera explícita, como una vía simbólica de sufragar la comunicación con los difuntos, con las Ánimas del Purgatorio, manteniendo viva su presencia; y, de forma implícita como mecanismo de integración social en el mundo de los vivos, una forma socialmente reconocida y fomentada a través de la cual se verifica y actualiza el nivel de solidaridad para con los familiares vivos de esas Ánimas y, sobre todo, entre todos los presentes: las familias, vecinos y miembros de la comunidad. El acto de dar limosna refuerza así los vínculos de parentesco y las relaciones interfamiliares y comunitarias, actúa como un poderoso mecanismo de cohesión social y proporciona prestigio y reconocimiento al limosnero y a su familia.

  La Liturgia de Ánimas, lo que canta y cuenta el Rancho de Ánimas, sus textos, a partir de las coplas y deshechas, son relatos que contienen y representan aspectos emocionales de la comunidad. Parte de un formato transmitido durante generaciones por tradición oral, de una mitología popular, definida por un grupo de Oficiantes, el Rancho como institución, socialmente comprensible por todos los que participan de esta Comunidad de Ánimas, oficiantes y devotos. Supone una escatología que define su original espacio para la muerte y los mundos de ultratumba, una iconografía que remite continuamente a una vida y salvación que son narradas al ritmo de los cánticos.

  A través de su particular ritual los Cantadores conducen directamente a los participantes y a quien solicita que se cante a contemplar ese espacio de aflicción que es el Purgatorio; el Rancho se dirige mediante la invocación de sus cantos a las ánimas haciéndonos sentir su presencia física. Sus coplas y deshechas hablan en nombre de las Ánimas y los Cantadores, sus portavoces, son Oficiantes que se transforman en la ‘Voz de las Ánimas’. Las Ánimas se manifiestan, están allí, y se insiste en todo momento en su presencia, en su participación en el ritual. Frente a la oscuridad de las Ánimas que sufren y penan, sus cantos nos hablan de la esperanza en una vida mejor tanto en el más allá como entre los vivos.

  Los cantos representan una catarsis de la que participan asistentes y ánimas, una comunión entre vivos y muertos, la unificación de dos mundos en una única realidad simbólica. A lo largo de toda la noche y madrugada los cantos reflejan esta comunión entre asistentes y ánimas, son oraciones, lamentos e invocaciones en forma de coplas y deshechas. La invitación a la mutua solidaridad entre los asistentes, y entre éstos y las Ánimas, dada por supuesto a través de un sutil recurso a la empatía, produce efectos inmediatos. Los asistentes son devotos de las Ánimas, y saben perfectamente que algún día todos seremos ánimas buscando su destino. Esta solidaridad celestial facilitará nuestro tránsito por el más allá. Así, la escatología del Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror supone una guía para adentrarse y recorrer los senderos del más allá, tanto como para buscar sentido a la existencia. Al coincidir las salidas del Rancho con el tiempo de la Navidad, sus seguidores desarrollan y vivencian inconscientemente el ritual de Ánimas como una celebración de renacimiento o regeneración.

  Esta comunidad de destino presenta en sus textos una forma de transacción mística que gira en torno a la limosna. La limosna paga la copla y la misa que sirven para liberar a las Ánimas y ayudarles a alcanzar la gloria. A quien dio limosna se le recordará y se le tendrá en cuenta en el otro mundo. La limosna, al adquirir un carácter simbólico, produce un enorme beneficio social y psicológico. Algo terrenal, el dinero de la limosna, es ahora símbolo de una transacción espiritual que reestablece el equilibrio perdido tras la muerte de los familiares. La intervención del Rancho supone una catarsis de exaltación a la vida que consigue mitigar la angustia de los miembros de la comunidad, la tristeza y desestructuración psicológica que supone para los familiares la pérdida de un ser querido y, al mismo tiempo, esclarece la incertidumbre del aciago destino, reestableciéndose en ese continuo el orden social. En la Liturgia del Rancho no hay infierno, su lectura es positiva, todos podemos salvarnos, todos podemos ayudar a las Ánimas en su camino hacia la salvación, y ellas nos ayudarán en nuestra vida.

  La evocación a las Ánimas se produce en un espacio real y, al tiempo, simbólico. El Rancho es recibido, por los caminos en las casas de quienes dan limosna y piden que se cante y, a lo largo de toda la noche y madrugada, en la casa de quien da la cena. La casa de quien recibe a los Cantadores o de quien da la cena es ahora el espacio sagrado, se transforma en iglesia, congregación de seguidores del culto y devoción a las Ánimas, con unos Oficiantes de este sistema de religiosidad popular, el Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror que, en ese espacio sagrado que es la casa de quien da la cena, despliega su liturgia y ritual. El sacrificio simbólico del Cordero que supone la Cena de Ánimas, la comunión a través de los alimentos en el círculo o asamblea primordial que es el Rancho, en la mesa cubierta por ese mantel que cubre el altar donde se despliega el humilde y sencillo ritual de la cena campesina, representan la redención de las Ánimas y familiares asistentes, la pureza de un acto, que habrá de repetirse hasta el definitivo perdón de los pecados, hasta la salvación eterna.

  El Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror, a diferencia de otros Ranchos, tiene como elementos distintivos: el ritual comunitario de la Cena, la Copla y Deshecha de Cena y la Deshecha y Representación de las Doncellas doblando el Paño. El paño que se dobla, para algunos es símbolo de la Sábana Santa y representa la Resurrección de Cristo; para otros, se trataría del mantel de la mesa de la Última Cena. Ambas comparaciones tienen un sentido alegórico que añade fuerza y carga simbólica al ritual, pero no ofrecen una clara explicación de su significado ni lo contextualizan. Aquí, el alimento del cuerpo es alimento del alma, cuerpo y sangre de Cristo, pan y vino, lo que en la tradición del Rancho, como sociedad agraria y pastoril viene representado por el pan y la leche, el alimento de esta particular Eucaristía de Ánimas para la purificación de los pecados. En el Ritual de las Doncellas los ángeles que ahora son las doncellas, símbolo de la pureza virginal, doblan el paño donde ha tenido lugar el sacrificio, la Comunión de todos los asistentes. El Rito de las Doncellas, se desarrolla tras haber cenado; el alimento tiene así su particular topología sexual, ya que la pureza de las doncellas es parte de un sacrificio de agradecimiento a la naturaleza, a las Ánimas y a la divinidad por el alimento que ha permitido esta purificación, este renacimiento simbólico.

  En el Rito de las Cuatro Doncellas doblando el Paño el círculo cósmico representado por Los Cantadores se abre para recrear en las cuatro puntas del paño el espacio del Rancho, los cuatro puntos cardinales, el tiempo cíclico de la Tradición, las cuatro estaciones, que se suceden al mismo ritmo lento pero preciso de sus coplas. El ritual se lleva a cabo en el invierno, que desde la perspectiva cosmológica del campesino es, efectivamente muerte, de ahí la oportunidad del culto a las Ánimas. Pero la inversión se produce en el ritual de las Doncellas: las cuatro vírgenes, al modo de los sacrificios mistéricos de numerosas culturas antiguas, son el sacrificio desde el cual se renueva el ciclo cósmico, la primavera que nace del invierno, la luz que atraviesa la oscuridad, el futuro que trasciende y actualiza la memoria viva del pasado, en definitiva, la vida que renace de la muerte.

 A través de la Cena el sistema de religiosidad popular que construye la Tradición del Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror, hace una particular reinterpretación de la Misa Cristiana, una lectura muy especial de la Última Cena, y construye una original forma de religiosidad popular basada en el culto a las Ánimas a medio camino entre el cristianismo primitivo y los cultos paganos a la naturaleza en que encontramos:

1.Paso de lo real a lo simbólico. Se acompaña a las Ánimas, desde el lamento de coplas y deshechas, en ese su peregrinaje simbólico por el mundo de ultratumba, definiéndose una escatología en la que el infierno no se niega pero tampoco existe, un trayecto a través de un Purgatorio en el que se proyectan el dolor de la penitencia y, al mismo tiempo, la esperanza en la salvación y el pleno disfrute de la gloria eterna.

2.Participación en la Cena de Ánimas, en la que la comida ofrecida por la familia anfitriona, a modo de humilde banquete, representa una eucaristía simbólica en la que los asistentes son ungidos a través de los alimentos, produciéndose una auténtica comunión entre los vivos y sus antepasados muertos y una posterior catarsis purificadora de todos los asistentes que tiene su punto culminante en el Rito de las Doncellas doblando el Paño.

3.Homeostasis por la que se restaura el desorden social y emocional que supone la muerte de los familiares y miembros de la comunidad a través de la asimilación de esa muerte con el nacimiento. Tras la comunión de la Cena y la catarsis del Rito del Paño, se produce el reencuentro entre las Ánimas y sus familiares, y entre los distintos grupos familiares y las Ánimas de toda la comunidad, que ahora más que morir en este mundo, renacen en otro. Este equilibrio apacigua el temor, la aflicción y la ansiedad generada por la incertidumbre del cambio. En este momento, el ritual y la liturgia que despliega el Rancho de Ánimas permite a los seguidores de esta tradición superar la ansiedad, el miedo y la desestructuración psicológica y social producida por la muerte de uno de los suyos, posibilita la restauración del orden perdido y la vuelta a la normalidad familiar y social.

4.Retorno final de lo simbólico a lo real, en una catarsis en la que este culto a la muerte culmina en su inversión por el culto a la vida.

  El espacio en que se mueve el Rancho es un espacio real, pero también un espacio simbólico. Los Cantadores se adaptan a un espacio irregular, a una compleja orografía, al adverso clima invernal, a la noche, a un territorio casi siempre discontinuo, por el que realizan su particular peregrinaje en busca de la preciada limosna. El espacio en el que se interactúa es amplio y diverso, da lugar a distintos niveles de participación de cada uno de los actores. El pueblo, el camino, las casas a las que se va para pedir limosna y cantar, la casa en la que se canta y da la cena, la mesa en torno a la que se cena en grupo, el espacio compartido en el que se reúnen todos los asistentes para escuchar al Rancho, el círculo sagrado o la rueda reservada a los Cantadores y el centro en el que se deposita la mochila, restringido al Ranchero, al Mochiller y a las doncellas en el momento de doblar el mantel. Es éste el espacio sagrado donde se lleva a cabo el ritual y liturgia de Ánimas desvelando una topografía que está en la base de profundas creencias populares mágico-religiosas, sobre el espacio etéreo y desconocido de los mundos de ultratumba: esto es, del Purgatorio y del Cielo, ya que en la iconografía y liturgia del Rancho no hay Infierno pues la muerte nos conduce sólo a espacios donde la vida se hace posible; si no fuera así, la muerte no tendría ni finalidad ni sentido y, por tanto, tampoco la vida.

  El tiempo del Rancho, el tiempo de la sociedad campesina, es un tiempo del eterno retorno, es el tiempo estacional, el tiempo de la vida y de la muerte, en que los años se pierden porque la datación no es precisa, y sólo es posible reconstruirla a partir de hitos históricos y momentos determinantes en la biografía de las familias y en la conformación de la comunidad; es un tiempo real, pero también un tiempo cósmico, lento y circular.

  El Rancho es una junta o reunión de compañeros, una cofradía o hermandad, con mecanismos de participación y pertenencia, con una estructura y funciones claramente definidas que han permanecido sin cambios durante siglos: el ranchero, los cantadores principales, mayores o cabeceras, los cantadores del coro o respondedores, los instrumentistas o tocadores y el mochiller.

  El modelo de devoción y fe en las Ánimas de los Cantadores, su sacrificio, es una fuerza poderosa que da sentido a sus vidas, un mecanismo identitario. Su legado cultural se ha transmitido desde hace siglos por tradición oral y ha posibilitado su reconocimiento político, social y religioso. El Rancho de Ánimas es autónomo y no está sujeto a ninguna norma parroquial ni de otra índole. Su relación con las Parroquias ha sido casi siempre buena y de respeto mutuo, empieza al entregar la limosna y termina cuando se cantan las Misas de Ánimas. La pervivencia del Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror se debe al hecho de que el dinero recolectado fuese a parar directamente a las parroquias e iglesias, lo que hacía que a nivel político y religioso sus variadas y, muchas veces, desconocidas actividades fuesen toleradas de más o menos buena gana.

  El Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror no está uniformado, tampoco viste ropaje de gala ni prenda folclórica alguna, su ajuar es humilde, no luce alhajas, ni reliquias eclesiásticas o mundanas, huye de la ostentación, desconoce los lujos, lo que posee y utiliza es suficiente para la misión de cantar y rogar por las Benditas Ánimas del Purgatorio y, por supuesto, sus componentes están más preocupados por este fin que por lo medios que emplean para alcanzarlo.

  La presencia del Rancho se convierte en un acto social de enorme importancia y trascendencia para la estructura social de las comunidades donde desarrolla su actividad. Su función está centrada en un modelo de cohesión social, en que ancianos, adultos, mujeres, jóvenes y niños interactúan en un espacio delimitado por estrechas relaciones de parentesco, mecanismos de relación, control social y legitimación ideológica. La importancia de la reunión colectiva en las casas y en la cena, alrededor del Rancho, asistiendo a los piques entre cantadores que improvisan coplas y deshechas a lo largo de noches enteras, ha supuesto y aún hoy supone un momento de celebración y fiesta en la que el Rancho de Ánimas de Arbejales ha sabido conciliar adecuadamente su misión de Culto a las Benditas Ánimas del Purgatorio con un importante papel de dinamización social, sin perder ningún momento ni su objetivo ni las formas.

   La Encuesta Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror 2007, entre otros datos: 1) Permite verificar un alto grado de conocimiento, respeto e identificación de la comunidad con las actividades del Rancho. 2) Muestra la Tradición de los Cantadores como un modelo de religiosidad popular que no puede limitarse a su música y cantos, y no es percibido por sus seguidores como folclore, sino como un sentimiento religioso muy profundo. 3) Presenta las actividades del Rancho como un poderoso mecanismo de socialización e intercambio de los miembros de la comunidad, un modelo de redistribución ritual que tiene como ejes la limosna dedicada a las Ánimas y la hospitalidad de la familia anfitriona que da la cena. 4) Demuestra que la Tradición de Los Cantadores es percibida como algo consolidado en la comunidad y con fuertes raíces, lo que revela una visión optimista respecto a su futuro.

   La pervivencia del Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror pasa por la continuidad y participación de los actuales cantadores y, sobre todo, por el relevo generacional. Los reconocimientos públicos e institucionales de los últimos años, la participación en jornadas y encuentros, la publicación de libros y artículos, etc. han puesto de relieve, una vez más, el valor etnográfico, ritual, litúrgico, social y cultural, del modelo de devoción y culto a las Ánimas que personifican nuestros Oficiantes de Religiosidad Popular, Los Cantadores, el Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror.

No hay comentarios: